domingo, 2 de noviembre de 2025

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Ferrocarriles


 

Por Álvaro Merino y José Luis Marín

30 Octubre, 2025

 

Nueve horas, dos transbordos y mucha paciencia. Eso requiere, en el mejor de los casos, viajar en tren entre Madrid y Lisboa. Pese a estar separadas por apenas 500 kilómetros, todavía no existe una conexión de alta velocidad y ni siquiera directa entre ambas capitales, una promesa que los dirigentes de España y Portugal arrastran desde 2003.

Las dos ciudades, de hecho, están peor conectadas hoy que en 1881, cuando se inauguró la línea ferroviaria Madrid-Lisboa. Es una anomalía dentro del territorio comunitario: Berlín y Varsovia, a una distancia similar, están unidas por siete trenes diarios de unas cinco horas de duración, mientras que París y Ámsterdam tienen cerca de veinte enlaces de unas cuatro horas. Madrid y Lisboa, por contra, perdieron su última conexión directa en 2020, cuando por falta de rentabilidad dejó de funcionar el Lusitania, un trenhotel nocturno de algo más de diez horas, frente a las seis que se tarda en coche y la hora y media del avión.

De acuerdo con las fuentes consultadas por El Orden Mundial y el medio portugués Mensagem, la unión ibérica tampoco estará lista para 2030. Era el objetivo fijado hasta ahora por la Comisión Europea y el Gobierno español de cara al Mundial de fútbol que acogerán ese mismo año Portugal, Marruecos y la propia España. Sin embargo, el tren de alta velocidad que unirá ambas capitales no entrará en funcionamiento como mínimo hasta 2034, un cuarto de siglo después de la fecha establecida por las primeras promesas oficiales. Así lo asume la Comisión Europea en el plan de ejecución de la infraestructura que acaba de aprobar tras dos años de espera.

Pero incluso esa fecha es improbable: a día de hoy, se ha construido menos de la mitad del trazado y otra mitad está aún pendiente de licitar, incluyendo un nuevo puente sobre el Tajo en Lisboa y un polémico viaducto sobre el mismo río en Toledo.

El Gobierno español, a través del comisionado para el Corredor Atlántico, José Antonio Sebastián, se comprometió “taxativamente” a mediados de octubre de este año a tener lista su parte del trazado de alta velocidad para 2030, pese a que el paso por Toledo —de 200 kilómetros de longitud— sufre un bloqueo político entre el Gobierno autonómico y el nacional que ya dura casi dos décadas. Antonio García, coordinador de la organización Sudoeste Ibérico en Red, la principal plataforma en defensa de la conexión, acusa de mentir al Gobierno y asegura que este plazo es “irrealizable”. En su opinión, la fecha de 2034 también es “difícil de creer”.

Ha sido imposible conseguir una sola declaración oficial del Gobierno español sobre este asunto: ningún representante del Ministerio de Transportes ni de sus empresas públicas Adif y Renfe ha contestado a las preguntas de El Orden Mundial. Renfe se negó incluso por correo a dar más información sobre un servicio que simplemente “no se presta en la actualidad”. Tampoco ha sido posible conocer la opinión del actual Gobierno portugués.

 

Estación de Atocha (Madrid) / Inês Leote/Mensagem de Lisboa

¿Qué ha ocurrido entonces para que la Raya siga siendo una frontera insalvable en tren? Las razones apuntan sobre todo a Portugal: el documento de la Comisión señala las “limitaciones técnicas y financieras” lusas como principal causa del retraso. Pero los motivos van mucho más allá: el miedo de Lisboa a que Madrid absorba parte de su actividad económica y la priorización de la conexión Lisboa-Oporto-Vigo se ha traducido en constantes ambigüedades y giros de guion que han desincentivado un esfuerzo común. Asimismo, España encadena importantes retrasos en la llegada del AVE —el tren de alta velocidad— a la región fronteriza de Extremadura, la más maltratada del sistema ferroviario español.

La ausencia de un tren directo contrasta con las fuertes relaciones comerciales y turísticas entre ambos países. Portugal es el cuarto gran destino de las exportaciones españolas —por delante de toda América Latina—, mientras que España es el primer socio comercial de Portugal, según Eurostat. Al mismo tiempo, el turismo entre ambos países rozó los diez millones de viajeros en 2024, y el trayecto Madrid-Lisboa destaca por ser la segunda conexión aérea internacional con mayor volumen de pasajeros en España, sólo por detrás de Roma, según datos de Aena.

 

Estación de Santa Apolonia (Lisboa) / Inês Leote/Mensagem de Lisboa

Destino: Lisboa

│ Tren    │ Origen ↑                  │ Destino ↓  │ Salida   │ Llegada  │ Tipo   │
├─────────┼───────────────────────────┼────────────┼──────────┼──────────┼────────│
│ 00190   │ Madrid-Atocha CercaníasBadajoz    │ 08:51    │ 13:26    │ Alvia  │

 

En la estación de Atocha, el tren de las 08:51 con destino a Badajoz, el primero de la mañana, va lleno. Es un martes de agosto en uno de los dos grandes nodos ferroviarios de Madrid, y, aunque hay bastantes turistas, pronto el vagón cafetería revela un tema de conversación candente sobre las conexiones ferroviarias en el centro y oeste peninsular: “¿Por aquí es por donde pasará el AVE?”.

El proyecto para conectar Extremadura con un tren de alta velocidad se remonta al año 2000. El entonces ministro de Fomento, el popular Francisco Álvarez Cascos, aseguró que la región contaría con su propia conexión rápida para 2010. No era un año al azar: la Unión Europea, siempre vehemente en temas de cohesión territorial y conectividad, había marcado ese límite para establecer la línea entre Madrid y Lisboa, que sería aprovechada para dotar a Extremadura de conexiones de alta velocidad.

En 2003 se firmó el acuerdo bilateral entre ambos países y las obras comenzaron al año siguiente. Los retrasos fueron habituales desde el primer momento, aunque sería la crisis de 2008, que mordió con gran dureza a los dos países ibéricos, la que terminaría por echar todo al traste. Finalmente, Portugal suspendió el proyecto en 2011.

Al contrario que en España, donde la alta velocidad se fue instaurando como una bandera del desarrollo territorial, el tren en Portugal se convirtió en un tabú. Uno impulsado por la corrupción y la sensación generalizada de despilfarro asociada al mandato del primer ministro socialista José Sócrates (2005-2011), sobre todo a partir del trauma de la gran recesión. Mientras en España los sucesivos presidentes trataban a duras penas de mantener viva la promesa del conservador José María Aznar de 1999 de llevar el AVE a todas las capitales de provincia, en el país vecino se enterraron los planes ferroviarios.

 

La alta velocidad en Europa

 

Esto explica que España tardase poco en parchear una solución para evitar la defunción del gran proyecto: al poco de llegar al poder, el Gobierno del también popular Mariano Rajoy anunció una conexión con Extremadura mediante trenes rápidos en 2015, aunque tampoco se cumplió. Lo mismo sucedió con la nueva promesa de que el corredor extremeño estaría funcionando en 2019. Ya con el PSOE en el Gobierno, una nueva fecha cayó en saco roto: 2020. Finalmente, estos trenes comenzarían a circular en 2022, aunque todavía queda mucho para que pueda funcionar el AVE que se prometió allá por el cambio de milenio.

La conexión Madrid-Lisboa va más allá de las dos capitales. Ambas ciudades forman parte del Corredor Atlántico, un proyecto ferroviario europeo anunciado en 2013 para unir la península ibérica con Francia y Alemania y descongestionar las carreteras. Con un 96% y un 86%, respectivamente, de las mercancías viajando en transporte rodado a nivel interno, España y Portugal superan con creces la media europea del 78%. Por eso Bruselas identifica la conexión entre Madrid y Lisboa como “el principal eslabón perdido” del Corredor Atlántico.

 

El Corredor Atlántico

 

 

Hoy, la primera parte de este viaje se cubre con un Alvia, un tren híbrido de alta velocidad que, sin embargo, une Madrid con Badajoz a una velocidad media de 105 km/h —Bruselas habla de alta velocidad a partir de los 200—. Cada día, ocho trenes, cuatro en cada sentido, cubren el recorrido, que cuenta con diez paradas y que atraviesa ciudades como Mérida, Cáceres, Plasencia o Badajoz, última estación antes de la frontera con Portugal.

El trayecto, con una duración de cuatro horas y media, no da para más. Es una suerte de hijo bastardo de todos los proyectos que han ido salpicando el mapa ferroviario del trazado Madrid-Extremadura-Lisboa: trufado de infraestructuras pendientes de terminar, con vías de ancho ibérico y un trazado donde convive la electrificación con trenes diésel y desvíos para evitar estaciones incompatibles con la alta velocidad.

 


La complicada orografía de la península ibérica y la necesidad de usar locomotoras más potentes obligó a implantar vías de tren más anchas que el estándar internacional —1.668 milímetros frente a 1.435— en el siglo XIX. La alta velocidad española sí se construyó ya en ancho internacional, pero no ha sucedido así con el nuevo trazado extremeño ni con la alta velocidad portuguesa. Eso imposibilita su integración con el AVE y el resto del Corredor Atlántico. Además, Bruselas exige que los nuevos proyectos usen el estándar internacional, por lo que en algún momento Madrid y Lisboa habrán de reconvertir el ancho de vía de su conexión.

 

│ Tren    │ Origen ↑          │ Destino ↓        │ Salida   │ Llegada  │ Tipo      │
├─────────┼───────────────────┼──────────────────┼──────────┼──────────┼───────────│
│ 482     │ BadajozEntroncamento    │ 14:09    │ 15:55    │ Regional  │

 

Al llegar a la estación de Badajoz, los viajeros se refugian de los 40 °C que marca el termómetro situado fuera de la terminal. “Con menos paradas se podría hacer el viaje en mucho menos tiempo. Es uno de los motivos de que haya tanta demanda de AVE, aunque creo que la gente no sabe lo que eso significa hasta que lo conoce, sobre todo por los precios”, asegura una trabajadora de Adif en la estación de tren de la ciudad. También comenta que en esta época del año hay una demanda importante para viajar a Lisboa y otras zonas de Portugal.

 


La terminal pacense, inaugurada hace más de medio siglo y situada en el noroeste de la población, apenas está separada de la frontera portuguesa por dos kilómetros. La Raya es una arteria esencial para la región extremeña, muy dependiente de sus relaciones sociales y económicas con el país vecino. En 2024, sólo las exportaciones de Extremadura a Portugal sumaron más de 900 millones de euros, un 3,4% del PIB regional.

 


“Es una anomalía indigna contraria a los principios de la Unión Europea”, afirma Antonio García, de Sudoeste Ibérico en Red. En lugar de ser un lugar de encuentro y desarrollo económico, la falta de conexión ha convertido la Raya en “un muro de 200 kilómetros de ancho que genera despoblamiento y bajas rentas”.


 

De hecho, desde Badajoz no es posible llegar a Lisboa de forma directa. Antes es necesario tomar un viejo tren diésel fabricado en 1954 y remodelado en el 2000, de un único vagón, que atraviesa la mitad oeste de Portugal en una diagonal que se aleja de la capital antes de llegar al municipio de Entroncamento. El traqueteo y la sensación de viajar en un medio de transporte anacrónico son una constante durante las cerca de tres horas que dura el trayecto. Vecinos de los pueblos y excursionistas suben y bajan del vetusto vagón, que avanza perezoso a lo largo de 150 kilómetros realizando 17 paradas.

 

│ Tren  │ Origen ↑        │ Destino ↓              │ Salida   │ Llegada  │ Tipo          │
├───────┼─────────────────┼────────────────────────┼──────────┼──────────┼───────────────│
│ 512   │ EntroncamentoLisboa Santa Apolonia  │ 15:59    │ 17:00    │ Intercidades  │

 

Entroncamento es probablemente el gran símbolo histórico del sistema ferroviario luso. La ciudad, de apenas 20.000 habitantes, nació a mediados del siglo XIX gracias a su posición estratégica en el centro del país, y debe su nombre a la centralización de las nuevas conexiones ferroviarias que se estaban construyendo en el país. Su estación, un espacio apacible dominado por el blanco de las fachadas, sigue siendo el punto de unión de la red de trenes del país. Desde allí, para llegar a Lisboa es necesario tomar un tren de una hora que cubre Intercidades de Portugal, un servicio de larga distancia que podría pasar por un cercanías cualquiera en España.

Cosiendo la Raya

Tras décadas guardado en el cajón, el entonces primer ministro socialista, António Costa, desempolvó en 2022 el Plan Ferroviario Nacional para tejer una red de alta velocidad en Portugal. La buena sintonía entre su Ejecutivo y el de Pedro Sánchez, del mismo color político, permitió entonces impulsar la ruta Madrid-Lisboa, aunque ambos dirigentes no lograron ponerse de acuerdo con las fechas.

Mientras Madrid insistía en 2030, Lisboa hablaba de 2032 y después de 2034 a la vez que se aferraba a la idea de unir primero Oporto con Vigo. En mayo del año pasado, el sucesor de Costa, el conservador Luís Montenegro, se comprometió por fin a acelerar la conexión ferroviaria de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, y anunció la construcción de un nuevo aeropuerto en Lisboa al otro lado del Tajo, una decisión que llevaba pendiente desde 1969.

 


Ese paso, sin embargo, no se ha producido a costa de la unión por el norte. Al contrario: Lisboa es consciente de que para la Comisión Europea la prioridad es el enlace entre las capitales, y ha aceptado construir al mismo tiempo las dos rutas para que ambas puedan recibir financiación europea. El reciente decisión de implementación de Bruselas supone un espaldarazo a esa estrategia al fijar ambas rutas para 2034.

Preguntada por El Orden Mundial, la Comisión Europea defiende que “España y Portugal están plenamente comprometidas con completar la conexión, y ya se están logrando avances concretos”. También cifra su apoyo a la conexión hasta ahora en 235 millones de euros para la ruta Évora-Elvas y cerca de 1.000 millones para España. Sin embargo, si bien las autoridades portuguesas coinciden en que es necesario vertebrar la península ibérica, tienen muy claro que antes necesitan cohesionar su propia faja atlántica.

Portugal aún no tiene ningún kilómetro de vía de alta velocidad en uso y el eje Lisboa-Oporto-Vigo requiere construir una nueva Linha do Norte. Dando continuidad a la postura de António Costa, el propio Luís Montenegro quiso “dejar claro” tras la cumbre hispano-lusa de 2024 que su “prioridad” es la conexión gallega y que la de Madrid era “una segunda prioridad”. Tiene sentido: en 2008 se creó la eurorregión Galicia-Norte de Portugal, un área que comparte lazos sociales, económicos y un intenso flujo de vehículos. También un tren directo entre Oporto y Vigo en funcionamiento hasta este mismo mes de agosto, cuando Renfe incluyó sin dar explicaciones un transbordo en la ciudad portuguesa Viana do Castelo para el conocido como Tren Celta.

Frederico Francisco, diputado en la Asamblea de Portugal por el Partido Socialista y antiguo asesor del Gobierno en materia de transporte, va más allá y afirma que la conexión Lisboa-Madrid “no es tan interesante desde el punto de vista comercial como puede parecer”. Para el parlamentario, el número de pasajeros —1,9 millones en 2024— es muy jugoso para una conexión aérea, pero no para el tren: “Hacer una línea totalmente nueva para luego tener cinco o seis trenes diarios por sentido es una inversión demasiado grande”. De hecho, Francisco piensa que la llegada a Lisboa le ha servido a España para justificar la viabilidad del AVE a Extremadura.

Más allá de la negociación política y la conexión norte, está claro que las obras del trayecto Madrid-Lisboa han entrado en su fase decisiva. El eje de alta velocidad de Extremadura está prácticamente listo tras la electrificación del tramo Plasencia-Badajoz en 2023, a lo que hay que sumar la inminente finalización del recorrido entre Évora y Elvas del lado portugués, que podría reducir a la mitad —una hora y media— el tiempo del viaje desde la frontera española hasta Lisboa el próximo año. También avanzan a buen ritmo las obras del recorrido Plasencia-Talayuela, en el límite entre Extremadura y Toledo, que estarán listas para 2028 y acortarán el viaje otra media hora.

Pero aún queda mucho por hacer. La ausencia de un proyecto político consensuado y por tanto de una inversión decidida se ha traducido en la división de la línea en multitud de subtramos cuyo diseño y adjudicación han seguido caminos diferentes. Esa falta de perspectiva ha redundado, inevitablemente, en multitud de flecos sueltos y un recorrido parcheado de difícil integración que hace imposible seguir apuntando a 2030.

La reconversión del ancho de vía es un ajuste pendiente, pero también la modernización de las señales portuguesas. El país luso utiliza un sistema de señalización y seguridad obsoleto —su fabricante ha dejado de comercializarlo— e incompatible con el esquema español y los estándares europeos. Eso imposibilita que tanto los trenes de Renfe como de Comboios de Portugal puedan cruzar la frontera. Aunque la operadora lusa ha logrado impulsar un software para traducir su esquema al Sistema Europeo de Control de Trenes, todavía está en fase de prueba y no hay una fecha para la integración de ambos sistemas.

 

Los anchos de vía europeos

 

Mientras se resuelven esos contratiempos, la ausencia de un tren directo sigue dando lugar a un vacío logístico que beneficia a otros medios de transporte más contaminantes, como el avión o la carretera. Tanto es así que el 90% del tráfico entre España y Portugal sucede por carretera, según datos de 2019 del Observatorio Transfronterizo España-Portugal, a lo que se suman cerca de cuarenta vuelos diarios y veinte autobuses de línea. También resulta beneficiado el grupo francés Vinci, que en 2013 se hizo con la concesión de los diez principales aeropuertos de Portugal durante cincuenta años. Además, Vinci participa en la empresa concesionaria de los dos puentes que cruzan el Tajo en Lisboa.

Pero las consecuencias de la desconexión ibérica no se limitan al transporte de pasajeros. Juan Manuel Martínez, presidente de la Asociación Española del Transporte, asegura que los problemas de señalización en Portugal también están afectando al transporte ferroviario de mercancías, donde existen servicios a Lisboa a través de Huelva y Badajoz o a la mitad norte del país luso a través de Galicia. “¿Podría haber muchas más? Sí, podría. Hay mucha más demanda en el mercado que servicios que se estén cubriendo”. Es el caso de la conexión de Salamanca con la región vecina de la Beira Alta, donde se acumulan enormes retrasos en la electrificación del lado español.

El vacío del tren también obstaculiza el transporte de mercancías a través de los puertos atlánticos de Portugal. Ocurre especialmente en los puertos de Sines, cercano a Lisboa, o de Leixões, a pocos kilómetros de la frontera con Galicia, ambos con grandes inversiones para modernizar y ampliar sus terminales. Por el contrario, los puertos mediterráneos españoles emergen como otros grandes beneficiados de la desconexión ibérica, ya que ven bloqueada la competencia de la fachada atlántica.

El Tajo, la última frontera

El segundo tren de la mañana entre Madrid y Toledo llega con media hora de retraso. Con una duración prevista de apenas 34 minutos, la demora duplica el tiempo de viaje. Pero no hay suspiros, quejas o reclamaciones. El tren va cargado de turistas más preocupados de que su maleta no salga rodando —los maleteros se han quedado pequeños y han colapsado el pasillo— que de la hora de llegada.

 

Estación de Entroncamento / EOM

Ya en Toledo, la estación de tren, un monumento neomudéjar de 1919 declarado Bien de Interés Cultural, sirve de puerta de entrada a una ciudad que en 2024 batió récords al recibir a más de un millón de turistas. Entre trabajadores y visitantes, los quince trenes que llegan a diario desde Madrid acostumbran a ir llenos.

La red ferroviaria española mira hacia Madrid, y Toledo no es una excepción. Su estación es incluso terminal: la línea de tren se acaba al llegar al andén. El debate sobre su prolongación hasta Extremadura dura ya casi dos décadas sin que se haya instalado un solo kilómetro de vía. Desde la publicación del estudio informativo del proyecto en 2008, la decisión sobre el paso por Toledo de la conexión Madrid-Lisboa se fue enquistando hasta convertir a la capital castellanomanchega en el último gran obstáculo de la unión ibérica.

El debate en realidad se resume a un puente. El Ministerio de Transportes quiere construir una nueva pasarela sobre el Tajo que enlace con el trazado actual, el cual acaba a dos kilómetros del casco histórico toledano. Por su parte, la Junta de Castilla-La Mancha —también en manos del PSOE— aboga por construir una nueva estación a las afueras de la ciudad para alejar el trazado ferroviario del centro.

Según Javier Esquinas, portavoz de la Asociación de Usuarios de Tren de Toledo, esta última opción condenaría al abandono a la estación actual, como ha sucedido en Cuenca. Esquinas cree que los servicios a Madrid —que la propuesta de la Junta mantendría en la histórica estación— terminarían desviándose a la nueva terminal de alta velocidad, complicando el acceso a los vecinos del centro. En su opinión, la postura del Gobierno autonómico es “cortoplacista” e “interesada”, ya que prefiere proyectar una nueva estación cerca de su propio complejo administrativo antes que mejorar cuanto antes la conectividad de sus principales nodos, Toledo y Talavera de la Reina, sin conexión ferroviaria a día de hoy.

La justificación de sacar la estación de alta velocidad de la ciudad es que construir un viaducto que continúe el recorrido actual haría peligrar el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad que ostenta Toledo al interferir en la vista al casco antiguo. En efecto, la construcción de un puente en Dresde (Alemania) ya conllevó la exclusión del Valle del Elba de la lista de la Unesco en 2009, aunque la obra se sometió a referéndum y su uso estaba destinado al tráfico rodado. En Toledo, ni siquiera se ha discutido el diseño de la pasarela, que además discurriría paralela a otro puente de carretera ya construido y terminaría en un parque poco frecuentado y relativamente alejado del casco histórico.

 

 

La alternativa del AVE

Las fuentes consultadas por El Orden Mundial indican que la apuesta por la alta velocidad que ha caracterizado al proyecto desde su comienzo está bloqueando la puesta en marcha de conexiones alternativas. En este sentido, ya es posible implementar un tren directo, funcional y comercialmente viable adaptado a las posibilidades actuales entre Madrid y Lisboa.

Según Antonio Garcia, de Sudoeste Ibérico en Red, el año que viene podría funcionar un servicio de seis horas de duración con un único transbordo en Badajoz, pero no hay ningún plan para implementarlo. “Si no son 250 km/h, no interesa”, lamenta Pau Noy, presidente de la Alianza Ibérica por el Ferrocarril, que también carga contra la falta de servicios regionales a causa de esta “obsesión por el AVE”. La plataforma asegura que, una vez acabado el tramo Évora-Elvas, el tiempo de viaje se puede reducir a cinco horas si se recortan paradas, y propone seis conexiones diarias entre las dos capitales, incluyendo dos nocturnas que llegarían hasta Barcelona.

Asimismo, el plan de ejecución europeo explicita que “es necesario garantizar una fase intermedia”, aunque es más comedido con los tiempos: “Servicios directos de trenes de alta velocidad de aproximadamente cinco horas a más tardar en 2030”.

En el lado portugués, el Tajo también emerge como la última frontera a salvar. Lisboa cuenta con apenas dos puentes muy saturados, que no podrían acoger una nueva conexión ferroviaria de alta velocidad con Madrid. Eso hace necesaria la construcción de una tercera travesía sobre el río, más aún ahora que ya se ha decidido el emplazamiento del nuevo aeropuerto en la ribera sur. La intención del Ejecutivo portugués es que la terminal entre en servicio en 2031 y que el puente esté finalizado para 2034.

Sin embargo, los antecedentes, las diferencias en las prioridades políticas y la envergadura de las obras pendientes no invitan al optimismo. Dos décadas y media después del vencimiento de las primeras promesas, el tren de alta velocidad entre Lisboa y Madrid está hoy más cerca de volver a retrasarse que de cumplir el enésimo objetivo oficial.

 

Este artículo ha sido desarrollado con el apoyo de Journalismfund Europe y en colaboración con el medio portugués Mensagem.

 

El artículo original se puede leer en El Nuevo Orden Mundial (EOM)

 

 

Las conexiones por tren entre España y Portugal. Una historia que nunca termina

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jueves, 4 de septiembre de 2025

 

Galicia

 


Ryanair anuncia un recorte de un millón de plazas en España los próximos meses y hoy lo que se ha conocido son los aeropuertos españoles afectados. En concreto, la compañía aérea cerrará su base de Santiago y cancelará todos los vuelos a Vigo y Tenerife Norte, al tiempo que mantendrá cerradas las bases de Valladolid y Jerez y reducirá su capacidad en Asturias, Santander, Zaragoza y Canarias este mismo invierno, lo que supondrá la pérdida de un millón de plazas en invierno (dos millones anuales) "debido a las tasas aeroportuarias excesivas y poco competitivas que aplica el operador aeroportuario monopolístico Aena". El total de recortes de capacidad en España se situará en el 16%.

Aeropuertos españoles afectados por los recortes de Ryanair

  • En concreto, la aerolínea reducirá su capacidad en los aeropuertos regionales en un 41% (-600.000 plazas) y en las Islas Canarias en un 10% (-400.000 plazas).
  • Ryanair cerrará su base de dos aviones en Santiago, lo que supondrá la pérdida de una inversión de 200 millones de dólares (171,5 millones de euros) en la región de Galicia.
  • Suspenderá todos los vuelos a Vigo a partir de enero de 2026 y Tenerife Norte a partir del inicio del invierno de este año. 
  • Los aeropuertos de Valladolid y Jerez permanecerán cerrados durante el invierno de 2025.
  • Reducirá la capacidad en Zaragoza (-45%), Santander (-38%), Asturias (-16%) y Vitoria (-2%).
  • En Canarias recortará plazas en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria.

Un directivo de Ryanair señaló que aeropuertos están casi un 70% vacíos, mientras que otros aeropuertos de países como Italia, Marruecos, Croacia, Albania, Hungría o Suecia están reduciendo los costes de acceso (especialmente en los aeropuertos regionales) para impulsar el tráfico el turismo y el empleo, y la consecuencia es que las regiones españolas están siendo "irremediablemente" poco competitivas. 

El origen de este conflicto entre AENA y Ryanair está en que "La decisión de AENA de aumentar en un 6,62% las tasas aeroportuarias, ya de por sí poco competitivas, el próximo año, es la última prueba de que el operador monopolístico no tiene interés en desarrollar el tráfico en los aeropuertos regionales, y simplemente quiere centrarse en obtener beneficios récord de los principales aeropuertos del país", afirmó Eddie Wilson, un directivo de la compañía.

 

 

Los aeropuertos gallegos afectados por los recortes de vuelos de Ryanair

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domingo, 31 de agosto de 2025

  Turismo

Imagen: Artbreeder

El modelo español, opuesto al del país vecino, registra más ingresos y pernoctaciones de turistas extranjeros 

 

Por Alvaro Merino 


España va camino de ser el país que recibe más turistas del mundo, alcanzando los cien millones de visitantes anuales. Durante años ese puesto lo ha tenido Francia, seguido de cerca por nosotros. Pero eso está a punto de cambiar.

«Las cosas más bonitas del mundo suelen ser invisibles para quien viaja con prisa». Esta frase, una interpretación libre de un extracto de la novela francesa El Principito, abre el vídeo de la última campaña turística internacional española. Pero la cita no es inocente. Detrás del marketing hay estrategia: las espadas para dominar el turismo global están en todo lo alto y España está dinamitando la hegemonía francesa

El pulso no es solo de cifras, también de modelo. El turismo en Francia se concentra en la capital, París, que supone un tercio de las pernoctaciones. El turista medio pasa dos o tres noches en la ciudad, visita Disneyland y los monumentos principales y se vuelve. El resto de visitantes se reparten por el territorio, especialmente en la Costa Azul, con una apuesta importante por los campings, la gastronomía y el turismo cultural. 
 
 España, por el contrario, concentra a sus visitantes en la costa del Levante y los archipiélagos, que suponen dos tercios de las pernoctaciones. Por el contrario, el interior del país, incluyendo Madrid, apenas supone el 12%. La apuesta es por el sol y playa: estancias más largas en grandes hoteles todo incluido, ocio nocturno y cruceros. 
 
 De ahí que, aunque aún Francia reciba más visitantes, genere menos ingresos que España. Los mercados turísticos son los mismos para ambos países: Europa occidental, con Reino Unido y Alemania a la cabeza, así como China y Estados Unidos. Pero el extranjero que visita nuestro país gasta un 50% que el que va a Francia. También en pernoctaciones lidera España. 
 
Sin embargo, en Francia el turismo no está generando el mismo rechazo que aquí. Barcelona, Palma o San Sebastián han sido escenario de protestas ciudadanas en contra de la masificación turística y su impacto en el centro de las ciudades, convertidas en parques temáticos con precios de la vivienda disparados. 
 
Francia, en ese sentido, tiene varias ventajas: su turismo está mejor distribuido por el territorio y se ha estructurado de manera más sostenida y controlada. Además, llevan siendo un destino internacional desde hace más de un siglo. España, por el contrario, inició su boom turístico en los sesenta, mucho más tarde. El Gobierno francés envidia las cifras de ingresos y pernoctaciones de España, pero no tiene que lidiar con la gran dependencia del turismo de nuestro país, donde supone un 12,3% del PIB frente a su 7,5%. 
España pronto superará a Francia como país más visitado del mundo, y se espera que alcance 115 millones de turistas anuales en 2040. ¿Pero es eso lo que queremos?, ¿podemos sacrificar nuestras ciudades por la riqueza que generan los turistas? ¿Cómo gestionamos esta paradoja? Me encantará leer tu opinión, puedes contármela respondiendo a este correo.

El sol y playa ibérico atrajo en 2024 a 94 millones de turistas extranjeros, un récord histórico que sin embargo fue superado nuevamente por Francia. El país vecino pulverizó sus propios registros con 103 millones de llegadas, según ONU Turismo. Pero el liderazgo francés es engañoso: detrás de los datos de llegadas se esconde un sorpasso español que ha puesto contra las cuerdas a su vecino tras la pandemia.

Francia registra más llegadas de turistas internacionales, sí, pero sus estancias son más cortas y gastan menos dinero. El viajero promedio que recibe el país galo es un belga que pasa dos o tres noches en París, visita Disneyland y se marcha. España, en cambio, es más eficaz a la hora de retener y exprimir al turista extranjero, representado por un británico que reserva una semana completa en Barcelona, Benidorm o Tenerife y se gasta un 50% más en sus vacaciones.

El dopaje francés

El hito de los cien millones de turistas internacionales fue celebrado con orgullo al otro lado de los Pirineos. El presidente francés, Emmanuel Macron, ya había avanzado que 2024 sería un «año memorable» en el que el turismo «irrigaría todos los territorios, desde Niza hasta Burdeos». París acogió los Juegos Olímpicos, la catedral de Notre Dame reabrió tras el incendio de 2019 y el país abrió de par en par sus puertas a los visitantes extranjeros.

Pero el liderazgo francés tiene truco y mira disimuladamente a su vecino del sur con envidia. La ministra delegada de Turismo, Nathalie Delattre, lo reconoció en una entrevista a principios de este año: «Si bien Francia sigue siendo líder mundial, nos enfrentamos a una competencia muy fuerte de España, que, con menos visitantes, logra generar más ingresos». «Lo importante es el gasto generado», sentenció.

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La paradoja es evidente. Supongamos que una familia alemana de cuatro personas viaja a París un par de noches. Francia contabilizará cuatro llegadas. Si esa misma familia vuela hasta la Costa Brava catalana y se queda dos semanas, España también sumará cuatro llegadas. Y eso sin tener en cuenta que Francia es en muchas ocasiones un país de tránsito entre Europa occidental y el sur del continente, lo que podría traducirse en ocho llegadas si la familia alemana decide viajar por carretera y hacer noche tanto a la ida como a la vuelta en, digamos, Lyon.

Sin embargo, el gasto turístico internacional en España es un 39% superior al francés en términos absolutos, mientras que en porcentaje del PIB la industria turística supone el 12,3% de la economía española y el 7,5% de la de Francia. La razón está en la brecha en el número de pernoctaciones que registran ambos países, una métrica más útil a la hora de medir la intensidad del turismo: el año pasado los visitantes extranjeros reservaron 322 millones de noches en España, más del doble que en Francia, que se ve superada por Italia y es seguida muy de cerca por Grecia, según Eurostat.

Por si fuera poco, dos estudios paralelos de las consultoras Deloitte y Braintrust sitúan a España como el país más visitado del mundo para 2040, cuando podría alcanzar los 115 millones de turistas internacionales.

Sol y playa vs. vino y torre Eiffel: dos modelos enfrentados

La batalla turística entre España y Francia es también la de dos modelos opuestos: el del turismo centralizado contra el periférico. La región parisina de la Isla de Francia concentra hasta un tercio de las pernoctaciones de turistas extranjeros del país galo, según datos del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos francés. Fuera de la capital, la distribución de los visitantes que se salen del circuito clásico torre Eiffel-Notre Dame-Louvre es muy dispersa, con una ligera acumulación únicamente en la Costa Azul.

En España, por su parte, los extranjeros se agolpan en la periferia costera, concretamente en el Mediterráneo y las islas. Allí, las provincias de Baleares, Las Palmas, Barcelona y Santa Cruz de Tenerife registran hasta el 62% de las pernoctaciones, mientras que el interior del país —incluyendo Madrid— apenas suma el 12%, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística.

Pero aunque parezca contradictorio, ambos modelos son la envidia del otro. El gran objetivo de Francia ahora es persuadir a sus turistas para que se queden y gasten más en su territorio. Es justo lo que consigue España, que combina una oferta hotelera más moderna y sofisticada —cuenta con 351 hoteles de cinco estrellas, frente a los 221 de Francia— con polos turísticos urbanos muy dinámicos, como Barcelona, Málaga o Madrid.

Junto con el sol, el país ibérico aprovecha su ocio nocturno para jóvenes, su extensa red ferroviaria de alta velocidad y los cruceros para atraer cada año a una cantidad creciente de turistas internacionales, a precios además más asequibles que en Francia. Todo ello se traduce en estancias más largas sobre todo en hoteles, el tipo de alojamiento elegido por hasta el 79% de los viajeros, mientras que en Francia los campings y los albergues tienen más peso y reducen la cuota de los hoteles al 48%.

Es el modelo del sol y playa y el todo incluido funcionando a pleno rendimiento. El régimen franquista encontró en el turismo su Plan Marshall particular en los años sesenta, y se lanzó a la caza del turista extranjero para romper su aislamiento internacional, lavar su imagen y recuperar la economía con la inyección de divisas extranjeras. Bajo el lema Spain is different, España se abrió por primera vez al exterior al tiempo que invertía en infraestructura y hoteles y devaluaba la peseta. Así fue como surgieron la Costa Brava, Torremolinos, Mallorca o Benidorm, los puntales de una estrategia aún vigente que sigue llenando las costas españolas de británicos, alemanes y franceses.

Por el contrario, la gran fortaleza de Francia es el turismo rural y el agroturismo, el talón de Aquiles de la industria española. El desarrollismo masivo de esta última coincidió con el Plan Racine lanzado por París en 1963 para urbanizar su litoral mediterráneo, concretamente la región de Languedoc-Rosellón. Pero el país galo lo hizo de una forma mucho más ordenada, y ya en los años setenta comenzó a proteger y limitar la construcción en su costa.

En lugar del sol y playa, Francia apostó entonces por el turismo de interior y un modelo policéntrico. Si bien el atractivo de París continuó siendo su activo principal, el país se lanzó a construir grandes complejos de esquí, invertir en museos y patrimonio —el Centro Pompidou abrió en 1977—, rehabilitar otras ciudades como Lyon, Estrasburgo o Marsella y potenciar el turismo rural. Su estrategia no consiguió huir de la masificación —el 20% del territorio concentra el 80% de la actividad turística—, pero ha conseguido distribuir mejor las visitas fuera de París y visibilizar su oferta cultural, gastronómica y de naturaleza.

Ejemplo de ello son las regiones vinícolas de Burdeos y Borgoña, los Alpes o Bretaña. La estrategia de promoción del turismo francés se ha beneficiado de un enfoque más centralizado y coordinado, frente a una iniciativa autonómica más fragmentada en España, y ha priorizado la preservación de pequeños monumentos repartidos por todo el país sin atender a su ubicación, acceso o posible demanda —el conocido como petit patrimoine—. También el desarrollo de rutas temáticas surgidas de sinergias y alianzas entre actores locales y municipios, como la de los castillos del Loira o la ruta de la sidra en Normandía.

Lo que sí comparte el modelo turístico francés con el español es la estacionalidad. El verano concentra cerca de la mitad de las visitas internacionales en ambos países, ya sea por el atractivo de las playas mediterráneas durante los meses de más calor o por la moderación de las temperaturas y las precipitaciones en las zonas de montaña o París. Asimismo, ambos países compiten por los mismos mercados turísticos: los de Europa occidental, con Reino Unido y Alemania a la cabeza —en el caso de Francia, también Bélgica y Suiza por motivos lingüísticos—, y China y Estados Unidos, precisamente los que más gastan en sus desplazamientos.

Hasta ahora, ambos países han logrado aumentar sus cifras de forma simultánea. Entre 1975 y 2019, el turismo internacional se ha multiplicado por siete de la mano de la globalización y la consolidación de la clase media en diversas regiones del mundo, y la proyección es que aumente otro 50% hasta 2040. La conclusión es que el botín a repartir es cada vez más grande y que las industrias de España y Francia pueden convivir, aunque apenas acaba de comenzar otra carrera: la del turismo sostenible.

El país más visitado del mundo no protesta por el turismo

«El turismo nos roba pan, techo y futuro», «Vuestra riqueza es nuestra miseria» o «More vecinas, less turistas». En junio del año pasado una ola de protestas organizadas a nivel europeo recorrió las calles de varias ciudades españolas como Barcelona, Palma de Mallorca, Granada o San Sebastián. La masificación turística está convirtiendo los centros históricos en parques temáticos donde hogares y comercios de barrio dan paso a instagrameables cafeterías de especialidad y Airbnbs.

Pero mientras en España la saturación turística amenaza con hacer inhabitables los epicentros de la industria y tornar la hospitalidad de sus residentes en hostilidad, apenas hay movilizaciones significativas en Francia, el único país que ha superado el umbral de los cien millones de visitantes anuales. Dos son las razones: una experiencia turística más dilatada y una crisis de vivienda más moderada.

El país galo ya era un destino turístico internacional de primer orden desde al menos el siglo XIX, cuando a la popularidad de París, la Costa Azul y sus balnearios se sumó la celebración de numerosas ferias internacionales. La más famosa de ellas es la Exposición Universal de París de 1889, que sirvió de marco de presentación de la torre Eiffel.

En España, por su parte, el turismo de masas no comenzó a despegar hasta la década de 1960 y especialmente tras los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, cuando las llegadas comenzaron a extenderse a los núcleos urbanos. A ello hay que sumar que París es la conurbación más grande de Europa, con unos doce millones de habitantes y 12.000 kilómetros cuadrados de extensión —frente a los 3,2 millones de habitantes y poco más de 600 kilómetros cuadrados de Barcelona—, por lo que el impacto turístico queda más diluido. No es de extrañar por tanto que la tolerancia al turismo sea por tanto menor en la Ciudad Condal que en la capital francesa.

España va camino de ser el país que recibe más turistas del mundo, alcanzando los cien millones de visitantes anuales. Durante años ese puesto lo ha tenido Francia, seguido de cerca por nosotros. Pero eso está a punto de cambiar.

El pulso no es solo de cifras, también de modelo. El turismo en Francia se concentra en la capital, París, que supone un tercio de las pernoctaciones. El turista medio pasa dos o tres noches en la ciudad, visita Disneyland y los monumentos principales y se vuelve. El resto de visitantes se reparten por el territorio, especialmente en la Costa Azul, con una apuesta importante por los campings, la gastronomía y el turismo cultural. 
 
 España, por el contrario, concentra a sus visitantes en la costa del Levante y los archipiélagos, que suponen dos tercios de las pernoctaciones. Por el contrario, el interior del país, incluyendo Madrid, apenas supone el 12%. La apuesta es por el sol y playa: estancias más largas en grandes hoteles todo incluido, ocio nocturno y cruceros. 
 
 De ahí que, aunque aún Francia reciba más visitantes, genere menos ingresos que España. Los mercados turísticos son los mismos para ambos países: Europa occidental, con Reino Unido y Alemania a la cabeza, así como China y Estados Unidos. Pero el extranjero que visita nuestro país gasta un 50% que el que va a Francia. También en pernoctaciones lidera España.

Por otro lado, la crisis de vivienda en Francia no está siendo tan aguda como en otras latitudes de Europa. Los precios han aumentado un 31% entre 2015 y 2023, lejos de la media comunitaria del 48%, y los salarios han crecido prácticamente al mismo ritmo que la vivienda. Eso no significa que en Francia el acceso a un hogar no se haya endurecido en los últimos años, sobre todo si es un alquiler en París. De hecho, Francia es el segundo mercado de Airbnb, solo por detrás de Estados Unidos y por delante de España, y su régimen fiscal favorece los apartamentos turísticos frente al alquiler convencional. A pesar de ello, su amplio parque de vivienda social —el 17% del total, frente al 3,3% en España— y la resistencia del poder adquisitivo de sus ciudadanos han reducido el impacto de la crisis habitacional.

Pero más allá de las diferencias en su relación histórica con el turismo y el descontento social, ambas potencias están volcadas en promover el llamado turismo lento, sostenible con el medioambiente y la vida local, alejado de las rutas y meses más saturados y basado en experiencias. La última campaña turística de Francia, por ejemplo, tiene como lema ‘Sueña en grande, vive despacio’ y se centra en paisajes y lugares poco conocidos, como el macizo del Jura en la frontera con Suiza. El objetivo de fondo es convertir al país en el principal destino de cicloturismo para 2030.

A este lado de los Pirineos, mientras tanto, se ha elegido el lema Think You Know Spain? Think Again (‘¿Crees que conoces España? Piénsalo mejor’) como punta de lanza para la nueva campaña internacional, que exhibe hasta sesenta localizaciones principalmente del norte del país, como los Picos de Europa. Mientras la población reclama un «decrecimiento turístico», España tiene entre ceja y ceja la meta de los cien millones de turistas para terminar de apuntalar el sorpasso del sol y playa.

 Fuente: EOM

Sol y playa contra la torre Eiffel. España le está ganando la batalla turística a Francia

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lunes, 11 de agosto de 2025

 Música y Gastronomía


Ribeira Sacra, Galicia — Agosto 2025

¿Te imaginas vivir un concierto en un viñedo colgado sobre el río Miño, mientras atardece entre montañas y copas de vino? Así son las Noites Méndez-Rojo, un nuevo ciclo de conciertos que ha irrumpido con fuerza este verano en Galicia, y que ya se perfila como una de las experiencias más especiales del norte de España.

Organizadas por la familia bodeguera Méndez-Rojo, las Noites han reunido este 2025 a artistas de primer nivel en un formato íntimo —solo 200 entradas por noche— que une lo mejor de Galicia: vino, gastronomía, música y paisaje.

El primer concierto del ciclo, en mayo, fue protagonizado por Javier Ojeda, la voz de Danza Invisible, en una noche de clásicos del pop español con vistas al río Miño.

Y el pasado 1 de agosto, la magia se repitió en la bodega Vía Romana, en plena Ribeira Sacra, con una velada inolvidable liderada por Marilia Monzón, que ofreció un concierto descalza, entre el público, y completamente entregada a la emoción del lugar.

Las entradas volaron. Se colgó el cartel de “entradas agotadas” 48 horas antes, y más de 200 personas se quedaron sin entrada por el aforo limitado.

Marilia hizo vibrar a los asistentes con su nueva canción "Acuérdate de mí", en una noche donde la música se mezclaba con el aroma a vino y la brisa del Miño. El público coreó sus canciones como un gran coro espontáneo en uno de los momentos más mágicos de la noche.


 Comida local, vino de autor y helados artesanos

El ciclo no solo destaca por su cartel musical, sino por su propuesta sensorial completa.

Gastronomía de kilómetro cero con el restaurante A Faragulla, postres artesanos de La Central Heladera, un corner exclusivo de ViniGalicia con vinos frizzantes y etiquetas modernas, y la presencia de Frutos Secos Medina, que dieron un toque especial a la noche con un surtido muy celebrado.

Por supuesto, los vinos protagonistas fueron los de casa: Méndez-Rojo sirvió referencias como su godello Mil Ríos Sobre Lías, rosado Vía Romana do Camiño o el popular Mar del Norte Albariño, entre los más vendidos de la noche.


 Un formato que busca emocionar… y lo consigue

“Noites Méndez-Rojo ha llegado para quedarse”, afirma Juan Luis Méndez Rojo, portavoz de la organización. “Estamos emocionados por la acogida. Creemos que ya se ha hecho un hueco en el corazón de la gente. Lo hacemos todo en familia, sin delegar en terceros, porque nadie mejor que nosotros para expresar cómo somos, lo que hacemos y lo que sentimos aquí”.

Y aunque no hay fechas oficiales aún para 2026, desde la bodega ya anticipan que hay sorpresas en camino.

“Ya estamos trabajando en las nuevas Noites para el verano que viene. No podemos desvelar artistas todavía, pero sabemos que emocionarán. Eso sí: las entradas volverán a volar, así que quien quiera vivir esto, que no lo deje para última hora. El aforo seguirá siendo exclusivo”.

UBICACION  ¿Dónde es todo esto?

La Ribeira Sacra es una joya aún poco explorada en el interior de Galicia, entre Lugo y Ourense, famosa por sus viñedos en terrazas imposibles, su naturaleza salvaje y sus miradores sobre el Miño, Sil y Cabe.

Es Patrimonio Mundial de la Humanidad en proceso, y uno de los secretos mejor guardados para quien busca un verano distinto, auténtico y sin masificaciones.

 

 ¿Y si el verano que viene tus vacaciones empiezan aquí?

 

 

Galicia emociona con música, vino y estrellas en las Noites Méndez-Rojo: un nuevo ciclo de conciertos íntimos entre viñedos

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 Playas

Playa de Riazor (La Coruña), en la que ondea una bandera azul, un distintivo de calidad. Pablo Pita, CC BY-SA
Pablo Pita, Universidade da Coruña

Las playas son lugares hermosos que invitan al descanso y la diversión. En ellas se realizan todo tipo de actividades de ocio, que van desde relajarse tomando el sol hasta practicar deportes acuáticos como el esnórquel o el surf. Por ello, y a pesar del aumento de la oferta de actividades alternativas en España en los últimos años –como el turismo cultural y gastronómico, las rutas de senderismo o las visitas a entornos rurales–, las playas, junto con el buen clima, siguen siendo el principal atractivo turístico para los visitantes, tanto nacionales como extranjeros.

Además de ser espacios de recreo, las playas son ecosistemas costeros de gran valor ecológico que albergan una notable biodiversidad. Esta riqueza biológica se debe al elevado dinamismo de estas áreas, sometidas al constante impacto del oleaje, al desplazamiento de los sedimentos y a la alternancia entre la exposición al aire y al sol, y la inmersión en agua salada.

Por su condición de ecotonos, es decir, fronteras entre el mar y la tierra, las playas son el hogar de numerosas especies de animales y plantas altamente especializadas y resistentes, la mayor parte de las cuales no se encuentran en ningún otro lugar.

A ello se suma el hecho de que las playas y la naturaleza que albergan brindan diversas e importantes contribuciones a las personas, como la protección frente al oleaje y la erosión costera, así como la producción de alimentos.

Banderas azules, banderas negras

Muchos de los animales que habitan las playas, al pasar buena parte de su vida enterrados en la arena o tener hábitos nocturnos, suelen pasar desapercibidos para los visitantes. Por esta razón, la biodiversidad no suele ser uno de los valores que los bañistas tienen en cuenta al elegir qué playa visitar.

En cambio, lo habitual es que seleccionen el arenal en función de criterios de funcionalidad como la cercanía, la accesibilidad, los servicios disponibles o la seguridad, y no por motivos medioambientales, con la posible excepción de la calidad del agua de baño.

Por ello, las banderas azules, un galardón otorgado por un consorcio de entidades privadas previa solicitud de las Administraciones públicas locales, resultan convenientes para muchos, ya que se centran en la evaluación de los servicios básicos y de la calidad del agua de baño, especialmente en lo que respecta a la contaminación fecal.

Desgraciadamente, la contaminación por aguas fecales, ya sea a causa de vertidos procedentes de depuradoras deficientes o de vertidos incontrolados, es un problema habitual en muchas zonas costeras de España, incluida Galicia. Esta situación afecta incluso a playas que ondean banderas azules, tal y como expone la ONG ambientalista Ecologistas en Acción en su informe Banderas negras 2025.

Sobrepesca y contaminación industrial

A pesar de su impacto evidente sobre las personas y los ecosistemas, la contaminación fecal no es el problema más grave que afecta a las playas del norte de España. Los ecosistemas litorales sufren una amplia variedad de amenazas que, en conjunto, comprometen seriamente su viabilidad ecológica y socioeconómica.

Entre estas amenazas destacan la sobrepesca y el furtivismo (también de bañistas), la destrucción de hábitats y la alteración de las corrientes costeras provocada por infraestructuras como puertos, embalses y diques, así como por actividades de extracción de arenas y dragados. A ello se suma un turismo creciente que presiona tanto los ecosistemas como los servicios básicos y es fuente de conflictos en muchas áreas costeras.

Una mención especial merece la contaminación industrial, que con frecuencia alcanza el mar a través de los ríos, una situación especialmente preocupante en Galicia. Un caso emblemático es el de la papelera de la multinacional española ENCE, que ha ocupado durante décadas el dominio público marítimo-terrestre en la ría de Pontevedra, vertiendo residuos industriales y contribuyendo tanto a la degradación de los ecosistemas costeros como al deterioro de la calidad de vida en la zona.

Además, esta empresa ha favorecido la expansión del monocultivo de eucalipto, una especie que empobrece la biodiversidad y altera el equilibrio hidrológico.

A esta situación se suma una nueva amenaza: la posible instalación de una nueva planta de celulosa de la multinacional portuguesa ALTRI, que ha recibido recientemente una declaración de impacto ambiental favorable por parte de la Xunta de Galicia para ubicarse a orillas del río Ulla. 

 

Mariscadora recogiendo moluscos en la ría de Arousa
Mariscadora en la ría de Arousa, la más productiva de Galicia. Pablo Pita, CC BY-SA

 

Este río desemboca en la ría de Arousa, la más productiva en términos de marisqueo. La planta vertería en ella millones de litros de aguas residuales al día, lo que podría agravar la crisis de productividad que el marisqueo en la ría ya viene sufriendo desde hace décadas como consecuencia de múltiples impactos humanos.

Esta crisis se ha visto intensificada por desembalses catastróficos de agua dulce y por los efectos del calentamiento del agua asociado al cambio climático.

Los invisibles habitantes de las playas

Si bien una playa con bandera azul podría parecer una opción adecuada en entornos urbanos, esta distinción resulta claramente insuficiente para la inmensa mayoría de las playas. En realidad, normas como la ISO 14001 o el sistema europeo EMAS ofrecen estándares de calidad ambiental más completos y exigentes, y ya están siendo adoptados por algunas Administraciones locales comprometidas con la sostenibilidad.

Sin embargo, más allá de sellos y certificaciones, es fundamental reaprender a mirar las playas como lo que realmente son: lugares hermosos porque los compartimos con una multitud de seres vivos que, aunque a menudo pasen desapercibidos, están ahí, entregados a sus actividades cotidianas a nuestro alrededor.

 

Sepia bajo el agua sobre el fondo arena
Sepia común (Sepia officinalis) en el submareal arenoso de una playa. Pablo Pita, CC BY-SA

Las pulgas de mar que se refugian bajo los arribazones de algas, los gusanos que dejan sus pequeños fideos de arena enroscada sobre la superficie, los diminutos gobios que nadan en la misma orilla, una sepia que adhiere sus huevos en las hojas de una hierba marina o el vuelo de una gaviota recortándose sobre el azul del cielo son solo algunas de esas pequeñas maravillas.

 

Pez con la boca roja y cuerpo de tonos violetas en el fondo sobre las rocas
Gobio de boca roja (Gobius cruentatus), frecuente a poca profundidad en las costas gallegas. Pablo Pita, CC BY-SA

Tomar conciencia de la presencia de esa vida por momentos invisible es un primer paso esencial para transformar nuestra relación con las playas y contribuir a su protección como legado para las generaciones futuras. Al fin y al cabo, nuestros antepasados probablemente dieron sus primeros pasos vacilantes en una playa olvidada hace millones de años. Se lo debemos.The Conversation

Pablo Pita, Investigador en socioecología marina, Universidade da Coruña

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

No solo sufren las playas del Mediterráneo: estos son los impactos que amenazan los arenales de Galicia

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lunes, 21 de julio de 2025

 Turismo y Festivales
 



Según Fernando Trías de Bes, en una era dominada por lo digital, la presencialidad tiene un valor insustituible. La gente quiere experimentar en vivo lo que consume en plataformas digitales. Un claro ejemplo es el auge de los podcasts en directo, que han trascendido lo virtual para llenar teatros. ¿Por qué la gente visita Disneyland y se sube a las atracciones temáticas de Star Wars? Porque quiere vivir físicamente lo que ha visto en las películas. Cuanto más se relacione una persona con un género, más aumentará la experiencia real en torno a ese consumo. La música en directo ha tomado el protagonismo no solo en el entretenimiento, sino también en el turismo global. En 2024, el mercado mundial del turismo musical —que incluye conciertos, festivales y eventos de música en directo— alcanzó un volumen de negocio de 96.783 millones de dólares (83.177 millones de euros), según datos de Grand View Research, una cifra que se espera que escale hasta los 267.848 millones de dólares (230.193 millones de euros) en 2030, lo que supondría una tasa anual de crecimiento del 18,8 %.

El auge del conocido como gig tripping, esa tendencia que lleva a los fans a cruzar fronteras para asistir a espectáculos en vivo, se ha convertido en uno de los motores de la industria turística global que se alimenta de grandes giras como The Eras Tour de Taylor Swift –considerada como un dinamizador de la economía mundial y uno de los fenómenos con mayor impacto en la industria hotelera– o los shows de artistas como Bad Bunny, Karol G, Oasis y Bruce Springsteen, que han llevado a cientos de miles de personas a planificar viajes internacionales en torno a eventos musicales.

España ha logrado posicionarse como uno de los 15 mercados más potentes del mundo en música en directo, tal y como se afirma en el Informe OBS. En 2024, la industria generó una facturación récord de 725,6 millones de euros en ticketing, según el Anuario de la Música en Vivo publicado por la Asociación de Promotores Musicales (APM), lo que representa un crecimiento del 25,3 % respecto al año anterior. Según datos de OBS Business School, más de cinco millones de personas asistieron a conciertos y festivales en el país durante el año pasado. 

Facturación neta por provincias: 2022, 2023, 2024

Esto supuso un impacto económico total estimado de 5.314 millones de euros –con una recaudación directa para las arcas del Estado de entre 1.200 y 1.600 millones de euros–, según un informe elaborado por Sympathy for the Lawyer (SFTL) e Incentiva Music: el 54% (2.883,72 millones) corresponde a los ingresos de hoteles, restaurantes o transporte; el 23% (1.222,38 millones) supone el gasto o consumo que realizan los empleados y proveedores del sector de la música en vivo; y otro 23% (1.209,33 millones), incluye la venta de entradas, bebidas, comida, patrocinios y merchandising. 


Ciudades como Madrid (185,3 millones de euros en venta de entradas, según APM, lo que supone un incremento del 96% frente a 2023), Barcelona (138,5 millones) y Andalucía (116,1 millones) se han convertido en verdaderos polos de atracción musical. Además, festivales como el Primavera Sound (con asistentes de 134 países y un 65 % de público extranjero), el Sónar (más de 154.000 asistentes de 90 países) o el MadCool (se estima que alrededor del 29% de los 180.000 asistentes sean extranjeros) consolidan esta tendencia. 

El turismo musical no solo aumenta la ocupación hotelera, sino que impulsa toda la cadena de valor: eventos como el Arenal Sound o Viña Rock generaron 4.700 y 1.800 empleos directos e indirectos, respectivamente; además de un impacto de 42 millones de euros (el de Burriana) y de 22 millones (el de Villarrobledo). El Primavera Sound, por su parte, dejó un impacto económico de 349 millones de euros en Barcelona, con un gasto medio por visitante de 1.423 euros.

Según el V observatorio de música en vivo de Ticketmaster, el turismo musical representó el 12% del total de asistentes a sus eventos, con procedencias principales de Reino Unido (16 %), Francia (15 %) y EE UU (12 %). Según dicho estudio, la venta de entradas en España aumentó en 2024 un 15% respecto al año anterior.

Madrid ha emergido como uno de los grandes protagonistas del turismo musical en Europa, desbancando a Barcelona del liderazgo nacional, gracias a la llegada de artistas como Bruce Springsteen, que convocó a más de 275.000 asistentes en sus cinco conciertos en España; Karol G, que atrajo a más de 219.000 personas en cuatro fechas consecutivas en el Santiago Bernabéu; y Taylor Swift, que agotó dos fechas en el mismo recinto con más de 126.000 asistentes. También destacó la gira de 12 conciertos por España de Luis Miguel, con más de 203.000 entradas vendidas. 

Madrid cuenta con tres recintos principales: el Movistar Arena, con capacidad para 16.000 personas y 211 eventos celebrados en el último año, y el estadio Riyadh Air Metropolitano, que puede acoger hasta 60.000 asistentes. El nuevo Bernabéu, que sigue con restricciones para la celebración de conciertos, puede dar espacio hasta 60.000 asistentes. Estos eventos han tenido un impacto económico considerable en la capital, lo que ha beneficiado a diversos sectores como la hostelería, el transporte y el comercio minorista. Según un informe de Colliers, los precios de los hoteles en Madrid se incrementaron entre un 23% y un 76% de media durante los días de grandes conciertos, con incrementos de hasta un 110% en una de las fechas de Bruce Springsteen.

Madrid se prepara para seguir capitalizando esta ola con a llegada este año y el que viene de artistas como Ed Sheeran, Dua Lipa, AC/DC, Iron Maiden y Bad Bunny. Este último ya ha batido récords con 600.000 entradas vendidas en España con 10 conciertos en Madrid, de un total de 12 en todo el país.

Barcelona, con una facturación de 132 millones (26% de la facturación neta total), superó a Madrid por primera vez en 2023 (94 millones, 16%). Le siguieron Málaga y Sevilla. «Ante estas cifras, los fondos de inversión estadounidenses están comprando festivales españoles, confiados en los beneficios económicos que les reportarán», afirma Elena Mir. De hecho, algunos festivales tradicionalmente vinculados a su lugar de origen han ampliado sus fronteras, como Primavera Sound, que celebra una doble edición en Barcelona y Madrid y también se está expandiendo a Latinoamérica con nuevos formatos dependientes de la misma franquicia. Pero estas excelentes cifras de facturación no se deben al aumento del número de espectadores, que sigue siendo inferior al de años anteriores a 2020, sino al incremento del 48% en el precio de las entradas, con una media de 80 € frente a los 58 € del año anterior.  

Perfil de los asistentes a conciertos

El perfil de los asistentes a conciertos sigue siendo principalmente de personas de entre 35 y 44 años; sin embargo, en 2023, los jóvenes de entre 18 y 24 años aumentaron su asistencia un 44%, probablemente debido a la creación del Bono Cultural Joven. En general, se estima que el 10% de los jóvenes que asisten a eventos musicales en España provienen del extranjero. Primavera Sound, por ejemplo, atrae mayoritariamente a público extranjero (52%) de países como Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Portugal y, en menor medida, de países de Europa del Este y del continente americano. Este festival se ha convertido en el evento internacional con mayor impacto económico en Barcelona después del Mobile World Congress, con unos ingresos por turismo que ascienden a 13.853 millones de euros, según datos del INE.


Galicia y sus principales Festivales

O Son do Camiño. Santiago de Compostela

Los responsables de O Son do Camiño hacen balance de su 4o edición y la valoran como “la más exitosa del festival hasta la fecha”, con un registro de asistencia de más de 130.000 personas en los 3 días que dura el evento, un 43% del público venido de fuera de Galicia y con todos los abonos agotados a las pocas horas de salir a la venta.

Artistas nacionales e internacionales, de la talla de Aitana, Maluma, Bizarrap, Eladio Carrión, Steve Angello, Alt-J, The Kooks, Royal Blood, Duki, Leiva y Vetusta Morla, fueron los cabezas de cartel de las 3 jornadas de actividad.

A nivel socioeconómico, se calcula que, gracias a la organización de este festival, se crearon más de 1.000 puestos de trabajo directo y más de 4.000 indirectos y que se generó una cifra de repercusión económica cercana a los 20 millones de euros para la zona.

Resurrection Fest (Viveiro-Lugo)

Más de 132.000 personas pasaron por el Resurrection Fest 2023 en Viveiro, lo que signi.có un récord diario de asistencia.

El impacto económico del evento se estima en 17,5 millones de euros no solo para Viveiro, sino para toda la comarca de A Mariña, en la provincia de Lugo y, por extensión, para toda Galicia. El evento para amantes del rock y el metal generó, además, más de 400 puestos de trabajo directos y más de dos mil indirectos.

Como en el resto de las anteriores ediciones, el festival contó con el apoyo de instituciones como el Ayuntamiento de Viveiro, la Diputación de Lugo o la Xunta de Galicia, sin las que la organización asume que no sería viable organizar un evento de estas características.



Obstáculos y desafíos para el sector


Dos factores marcaron la producción de eventos a gran escala en 2023 y 2024, y volverán a hacerlo este año: la sostenibilidad y la seguridad. La huella ambiental de estos festivales se debe, por un lado, a los 5,2 kg de CO2 generados por cada asistente y, por otro, a las necesidades energéticas del recinto para garantizar la iluminación y los efectos especiales (34 %) y la circulación del público (33 %). Por ello, a partir del próximo mes de julio, se implementarán una serie de acciones incluidas en el Real Decreto 1055/2022 (diciembre de 2022) para eventos culturales y deportivos, como la gestión de un sistema de vasos retornables con garantía de devolución del depósito y la provisión de puntos de suministro de agua potable no envasada para todos los asistentes. Algunos eventos se han anticipado a estas medidas, como el festival Cruïlla de Barcelona, el primero en funcionar con energía 100 % renovable. Para los productores de música en vivo, abordar estos aspectos de mejora ha supuesto un importante coste adicional y, en consecuencia, una disminución de los beneficios. Por ello, el sector reclama más apoyos y subvenciones para poder seguir invirtiendo en los que han sido los puntos débiles en la organización de eventos musicales. 

Por otro lado, las grandes estrellas del mundo musical han abandonado el formato festival para promocionar sus giras en solitario, donde el beneficio económico es mucho mayor que el de las carteleras compartidas. Esta situación ha provocado una escasez de grupos y cantantes con posibilidades de convertirse en cabezas de cartel, con el consiguiente aumento de precios para quienes aún apuestan por el formato macrofestival. Por todo ello, los organizadores de eventos musicales reclaman iniciativas que contribuyan directamente a consolidar la posición de España como destino de referencia para el entretenimiento musical, como la cesión de recintos, ayudas para la obtención de licencias de actividad y un firme compromiso de colaboración directa en materia de seguridad y movilidad.

Conclusiones Finales

  •     La industria musical en vivo se convierte en un importante motor económico del país, no solo por el récord absoluto conseguido en la venta de entradas, sino por la repercusión en otros sectores de actividad, como el turismo y la economía local, y en como se reparten los beneficios de este motor económico por la geografía española.
  •     De los espectaculares datos a nivel de venta de entradas, se puede deducir que la asistencia física a los eventos va en aumento, pero hay un desequilibrio entre mayor facturación y menor asistencia que se explica por el incremento de un 48% en los precios medios de las entradas.
  •     Los productores musicales han sacrificado una importante parte de sus beneficios económicos en responder a las principales inquietudes de los asistentes de conciertos y festivales y de las autoridades: la seguridad y la sostenibilidad.
  •     Las grandes estrellas del universo musical han abandonado el formato Festival para promocionar sus giras en solitario, en las que el beneficio económico es muy superior al de los carteles compartidos. Las 10 primeras giras en España del ranking de artistas nacionales y las 10 giras con mayor asistencia de artistas internacionales, con 303 conciertos en total, sumaron más de 2.800.000 asistentes, mientras que el total de todos los asistentes a los 10 principales festivales, que aglutinaban 1.217 actuaciones musicales, consiguieron algo menos de 1.800.000.
  •     La tendencia económica del sector de la industria musical en vivo prevé un crecimiento sostenido para los próximos años, aunque el consumo de la música en streaming o live streaming se consolida, como alternativa que permite a los usuarios asistir a eventos musicales a los que no tendrían acceso, de manera más económica. Este fenómeno es especialmente relevante en áreas como Latinoamérica. Proliferan la aparición de plataformas de venta de entradas en live streaming como Veeps, Bandcamp Live, Music Live Stream o el Susurro, entre otras.
  •     El sector musical incrementó sus ingresos en un 10,2% a nivel mundial y América Latina fue una de las regiones que más creció. El streaming tuvo mucho que ver en estos resultados. A pesar de estos datos, el estudio señala que “La música en vivo estimula el cerebro de manera afectiva and emotiona cuando la música se escucha en directo”, y demuestra que “las emociones musicales intensas se expresan con mayor frecuencia en actuaciones musicales en vivo y se experimentan al escuchar música en vivo en conciertos, dada la relación dinámica entre los artistas y el público”, por lo que se puede continuar confiando en una prevalencia de asistentes en directo.
  •     2023 se ha saldado con pocas cancelaciones de festivales, aunque todas ellas han provocado verdaderos quebraderos de cabeza para los organizadores, con la devolución de las entradas vendidas y situaciones de profunda decepción para el público que ha visto cómo se alteraban sus planes de ocio musical a pocos días de la celebración prevista del festival. La caída del artista cabeza de cartel (como en Dcode Festival), las inclemencias meteorológicas (Primavera Sound Madrid) o la imposibilidad de obtención de licencias municipales de actividad (Reggaeton Beach Festival) han sido las causas principales que han impedido su celebración.
  •     En un futuro cercano, se prevé que la utilización de la IA en los espectáculos musicales en directo pueda llegar a ser un factor diferencial en la experiencia del espectador, llegando incluso a adaptar el entorno del concierto (iluminación, sonido o repertorio musical) a las preferencias del público, gracias al análisis que las cámaras del evento puedan hacer de las respuestas faciales o corporales de los asistentes.


 
Fuentes: OBS Business School, SFTL, GVR, Anuario de la Musica en Vivo 2025, Colliers

El auge de los Festivales y las Giras de Conciertos en España, en Europa y en Norteamerica

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