miércoles, 7 de febrero de 2024

Viajar en cruceros ya no es lo que era

Luisondome

El Icon of the Seas

El pasado 27 de enero zarpó por primera vez desde el puerto de Miami el mayor crucero del mundo, el Icon of the Seas. Los cruceristas viajan en un enorme barco —supera las 250.000 toneladas de peso— repleto de diversión, en compañía de otros casi ocho mil pasajeros mas —7.600, para ser exactos—y con una tripulación de 2.350 personas.



El barco cuenta con 20 cubiertas, dispone de 7 piscinas y 6 toboganes de agua. Tiene la cascada más alta, el tobogán de agua más alto, el parque acuático más grande y la primera piscina infinita suspendida sobre el mar. Además dispone de un simulador de surf, un rocódromo, una pista de patinaje sobre hielo, un minigolf, karaoke, casino, escape-room, un circuito para carreras de obstáculos y "La Perla", una esfera multimedia anunciada como "la escultura cinética más grande del mundo". 


El comedor principal de tres plantas


Si hablamos de las comidas, la naviera anuncia que el barco dispone de  40 opciones para cenar en ocho "barrios" distintos, y en lo que a los camarotes se refiere, pues pone a disposición de los cruceristas  28 tipos de camarotes diferentes para dormir, de distinta capacidad, tamaño y precio, incluida la Ultimate Family Townhouse, de 80.000 dólares a la semana (74.000 euros), cada una con su propia valla blanca, buzón y tobogán interior.



Royal Caribbean describe a su nuevo barco como The first-of-its-kind combination of the best of every vacation, que dicho en román palatino significa que es el primero que combina lo mejor de todas las vacaciones.



Este barco y otros como él botados recientemente, encarnan la resurrección de la industria de cruceros tras la pandemia, mientras la flota mundial de cruceros permanecía en puerto, y algunos cruceros quedaban bloqueados en el mar sin poder acercarse al puerto por tener pasajeros contagiados de Covid; algunos, entre otros yo, nos preguntábamos si el parón sería lo que acabaría con esta industria. Sin embargo, los cruceros han vuelto con fuerza, batiendo récords y atrayendo a una generación de pasajeros más joven.



Pero este tipo de barcos tiene en contra a las comunidades portuarias, a los activistas medioambientales y los residentes de las ciudades en las que estos barcos hacen escala, pues consideran que esta clase de turismo es excesiva por la crisis climática, excesiva para las ciudades que resultan invadidas por estos viajeros desde la mañana a la media tarde, en que el barco abandona el puerto. No dejan dinero en la ciudad, pero si muchas molestias, y muchos alcaldes rechazan que estos megabuques recalen en sus puertos. Es por ejemplo el caso de Venecia.



Cuando en julio se  vieron una serie de imágenes de la flamante popa del Icon, hubo división de opiniones. Unos lo veían como lo último en vacaciones, el no va mas, mientras que otros lo calificaban de monstruosidad, entre ellos yo, que lo considero como el paradigma de un grotesco consumo excesivo. Nadie puede negar su grandeza, pero es un despropósito que sobrepasa todo límite de lo que hasta ahora se consideraba normal, y no parará ahí la cosa, pues se ha desatado una carrera entre las navieras para ver quien bota el barco mas grande, y mas ostentoso.


Piscina infinita


Antes los cruceristas viajaban en barco para conocer de paso —en escalas de no mas de uno o dos días—, ciudades turísticas. En el Caribe, Cartagena de Indias, San Juan de Puerto Rico, y diferentes Islas del Caribe. En el mediterráneo, ciudades como Venecia, Nápoles, Dubrovnik, Atenas, Kusadassi, o islas como Santorini, Corfú, Creta, Malta, Rodas, etc. Entonces los cruceros no superaban los 1000 pasajeros, ni las 50.000 toneladas de registro bruto. El pasaje bajaba del barco en la escala y si dejaba dinero en la ciudad, pues hacía compras y comía en sus restaurantes.


Piscina infantil


Hoy en día, el concepto de la naviera para el crucero tiene otro objetivo. De lo que se trata es de lograr que el pasaje no abandone el barco, porque en el momento en que abandona este, ya se pierde el control de la tarjeta de crédito, y el dinero que el pasaje se gasta en puerto, se queda fuera del barco. Por la misma razón, la oferta del barco es abrumadora y deslumbrante. Restaurantes fuera del coste del pasaje, tiendas de todo tipo, incluidos los artículos de lujo, que no son nada baratas, a pesar de que en alta mar lo que se adquiere está libre de impuestos. En el barco no existe el IVA, pero casi no se nota. De lo que se trata, es que la tarjeta del barco pase por el terminal de cobro el mayor número de veces posible. Ahí está el negocio.


Mini Golf


Puede que el pasaje le haya salido barato al crucerista, pero le aseguro que la liquidación de gastos al final del crucero va a ser mayor de lo que se esperaba, y es porque el nivel del gasto es muy difícil de controlar en estas circunstancias. Por cierto, el precio de los pasajes entre febrero y abril para un crucero de ocho días por el Caribe, cuesta desde los 2.802 € hasta los 3.341€ por pasajero según la fecha del calendario que se elija, en los pasajes mas económicos en el Icon of the Seas.



Hay además otros inconvenientes, sobrevenidos por el tamaño del barco. Tiene una eslora (largo) de 365 metros, y una manga (ancho) de 48,5 metros, por lo que como decía una de sus primeras pasajeras, no hay manera de llegar puntual a ningún sitio en el barco, dadas las grandes distancias que hay que recorrer a pie entre una multitud de gente, o el deficiente sistema de ascensores para llegar a tiempo a una cita. El nivel de servicio del barco está considerado como estándar, pues dispone de un ratio pasajero/tripùlante de 3 a 1, lo que podría considerarse normal en un barco normal, pero no en uno de este tamaño es bajo.


Camarote estándar


El espacio abordo se considera muy bueno, pues tiene un ratio tonelaje/pasajero de 33 a 1, pero esto no se nota en los camarotes de precios considerados normales, que disponen de un espacio mínimo (19 metros cuadrados). Bien es cierto que al camarote solo se va a dormir o a darse una ducha (por cierto que apenas se cabe dentro de ella), pues el resto del tiempo se pasa disfrutando de las instalaciones del barco.


Suite Familiar


La experiencia del crucerista, por las vivencias habidas en otros barcos, los bajos precios que en las temporadas medias y bajas pueden ofrecer, hace asequibles  estos viajes para aquellas economías para las que antes el crucero era casi inalcanzable. A cambio, pues es la invasión de las masas y sus inconvenientes. Veremos personas con mucho egoísmo y poca educación que creen que el barco es suyo. Son aquellas que envían dos horas antes de la actuación en el el teatro de espectáculos a un emisario que extiende abrigos y chaquetas por los asientos de las primeras filas, para apartarlos para sus familiares o amigos que llegarán una hora después. 



Están aquellos que ocupan un jacuzzi  a las nueve de la mañana, y cuatro horas después siguen metidos en el con la piel arrugada, sin pensar que en el barco van otros 7.000 pasajeros que como ellos han pagado su pasaje. Y así durante todo el crucero, aguantando a un personal al que los demás les importa un rábano.



Esta evolución de los cruceros, tiene que parar, o cambiar de signo. Si una de las palabras que mas de moda está es la de sostenibilidad, este tipo de negocio no es sostenible. En número de cruceristas paso de 500.000 pasajeros que había en 1970, a casi 30 millones en 2019. Solo el puerto de Miami, el primero del mundo en acoger este tipo de barcos, paso de procesar 61.000 pasajeros en 1950, a procesar casi 68.000 en un solo día en 2023, y las previsiones siguen en aumento.



No tiene ningún sentido, salvo para el negocio a gran escala con grandes beneficios para los inversores. Ya no digamos que suceda una catástrofe como la que le sucedió al Costa Concordia cuando embarrancó en la Toscana italiana, en la que murieron 32 personas, o que se declare una epidemia en el barco, como le sucedió al Diamond Princess, cuyos cruceristas se vieron encerrados en sus camarotes durante el tiempo en que el barco se vio obligado a seguir en el mar sin poder acercarse a puerto.



El caso es que las navieras han logrado desarrollar un producto que mezcla la navegación con el parque de atracciones que a la gente no solo le gusta, sino que repetiría cuantas veces le fuera posible, tal y como describe una encuesta realizada en diciembre de 2022 por la Cruise Lines International Association, en la que señala que el 85% de los pasajeros volverían a hacer un crucero. El atractivo es evidente: la gente decía en las encuestas que los cruceros eran más fáciles de organizar y más relajantes que otras vacaciones. Lo tienen todo en el barco, que es a la vez un parque de atracciones, una sala de fiestas, un espectáculo continuo, y muchas cosas mas.


Pista de surf


A mi, que ya soy mayor, me sobran mas de la mitas de las cosas que el barco ofrece, y hecho de menos la tranquilidad del viaje en estos leviathanes del mar. Afortunadamente los cruceros como los de antes, no desaparecieron. Esos son los míos, y gracias a ello podré seguir disfrutando del placer de viajar en barco por los mares del mundo.




Fotos: Royal Caribbean International





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